Artículo
(Fecha: 24/01/2002)

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EL MEJOR REMEDIO PARA LA CORTE
ES EVITAR LAS PRESIONES POLíTICAS

Firma:Pablo T. Spiller
Profesor de la Universidad de
California, Berkely y director de
LECG LLC
[ P ]Con tanta rotación de la Corte no es de extrañar que la visión de la ciudadanía
no sea muy buena

** Nota **Durante el último período electoral todos los candidatos presidenciales, desde Domingo Cavallo hasta el actual presidente Eduardo Duhalde, propusieron remover a éste o a aquel miembro de la Suprema Corte de Justicia. Fernando de la Rúa, sin embargo, a diferencia de su predecesor y de los llamados de los distintos grupos políticos, decidió no manipular la composición de la Corte, y así ayudó a consolidar una institución que ha recibido fuertes golpes durante su historia. Los nuevos llamados a remover a jueces, sea "voluntariamenteö o a través de juicios políticos por parte de políticos peronistas, radicales y del ARI, refleja lo peor de la política argentina: el deseo de tener jueces amigos para así poder actuar con impunidad. Esto fue lo que tuvo todo presidente desde la primera administración de Juan Domingo Perón, con la honrosa excepción de De la Rúa.
En efecto, en el cuadro adjunto, sacado de un trabajo realizado con mis colegas Matías Iaryczower y Mariano Tommasi, del CEDI, a publicarse en el American Journal of Political Sciences, mostramos que desde la primera administración de Perón, ningún presidente se confrontó con una Corte opositora. La razón es que, cómo se ve en el gráfico adjunto, los presidentes post Perón no tuvieron muchos problemas en nombrar jueces, y en gran medida, a la totalidad de los mismos. Previo a la presidencia de Perón, sólo el primer presidente Mitre nombró a la totalidad de la Corte. El hecho que los jefe de Estado "modernosö no tuvieran respeto por la Corte implicó que el máximo tribunal rotara a un nivel excesivamente alto. En el trabajo mencionado mostramos que la duración del juez promedio en la Corte argentina durante la segunda mitad del siglo pasado fue de menos de cuatro años, similar a la de países como Perú (3.8), Pakistán (3.7), Sri Lanka (3.6), Zambia (3.5) y el Sudán (3.1), en contraste con los de EE.UU. (12.5), Australia (9.6), Chile (9.2) o Noruega (9.1).
Con tanta rotación de la Corte no es de extrañar que la visión de la ciudadanía sobre sus miembros no sea muy buena. Sin embargo, la visión negativa no refleja la realidad de la forma de operación de la Corte. En el mencionado estudio nosotros encontramos que ese tribunal, a pesar de no haber sido opositor, votó contra la administración en un porcentaje alto, del 30% aproximadamente, porcentaje similar al de la Corte Suprema de Estados Unidos. A su vez, el hecho de que políticos continuamente presionen con iniciar juicio a los magistrados tiene un efecto muy importante: hace que los jueces pierdan su independencia. Esto es lo que logró la actual administración al llegar a una "treguaö, por la cual la Corte apoyará las políticas actuales, y la administración no promoverá los juicios políticos contra los magistrados.
Encontramos que los jueces tienden a votar con la administración cuanto mayor sea el poder de la administración en el Congreso. En particular, esa probabilidad llega a su máximo cuando la administración tiene la capacidad política de enjuiciar políticamente a la Corte, como es el caso actual. Por lo tanto, aquellos que desean tener una Corte independiente, que vote sin tomar en cuenta los vaivenes políticos del país, debe comenzar por limitar seriamente la capacidad del Congreso de remover jueces. En lugar de mayorías simples, los juicios políticos deben requerir mayorías calificadas en ambas Cámaras del Congreso. Solo así se podrá tener una Corte realmente independiente, que sea capaz de limitar las arbitrariedades administrativas de los gobiernos de turno y, por lo tanto, de defender en forma real los derechos de los ciudadanos contra la tiranía del poder político



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